He enviado a mi hij@ al extranjero
Todos los veranos traen consigo, a los que somos padres, el tradicional quebradero de cabeza sobre qué hacer con ellos para poder seguir conciliando nuestra vida laboral, que tanto nos facilita el colegio. Aparte de campamentos, cursos de media jornada, deporte intensivo o algún idioma, aprovechamos también para mandar a nuestros hijos al extranjero a que además de sumergirse, lingüísticamente hablando, en otra lengua, abran la cabeza, vivan la experiencia de salir de casa… y enfrentarnos nosotros mismos a la realidad de que queremos lo mejor para ellos pero no queremos que estén lejos de nosotros. Sobre todo las madres, y aunque los padres lo manifestamos menos pero nos ocurre igual, sufrimos la ansiedad de querer que todo les vaya bien. Las leyendas urbanas de lo que sucedía en nuestra época, cuando no había facetime ni whats app, de amigos nuestros que lloraban de hambre por la noche, las descripciones de sus familias de acogida como personas rancias y desagradables o la asqu...